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viernes, 26 de octubre de 2012

NEW YORK BURGER: porque las hamburguesas también pueden ser para adinerados.


Conocí New York Burger a través de unos amigos, que no paraban de elogiar la calidad de las hamburguesas que allí servían, así que, al más puro estilo de Batman con la Batseñal, allí que nos encomendamos. Llegamos a una de las zonas más exclusivas de Madrid, prácticamente nos encontramos en la Castellana, por lo que mis bolsillos se temían lo peor de esta experiencia gastronómica.

Al llegar pude comprobar que no todos los locales de comida americana tienen que estar recargados con miles de referencias a la cultura popular de dicho país. Aquí todo es sobrio, sin ninguna estridencia ni alardes y sólo adornan las paredes unos cuadros de bastante buen gusto, referenciando la ciudad que da nombre al restaurante. 

Aquí son sobrios hasta los camareros, que más que trabajar en un local de hamburguesas, parece que se encuentran sirviendo vinos y comidas de las más altas cocinas españolas. Aún así, el sitio es muy agradable y para nada uno se puede sentir fuera de lugar, te tratan estupendamente, a pesar de tu cara de susto.


Pasemos a cosas serias de verdad: la carta está bastante completa y hace que quieras probarlo todo, eso sí, los precios ya hacen que entres en razón y elijas sabiamente. En concreto, nosotros nos decidimos por unas alitas de pollo a la barbacoa y...¿adivináis?, sí, una gran hamburguesa completa. No os quedéis con la segunda elección, porque hay un pero muy grande con la elección d elos entrantes que hará que se retrase nuestra opinión sobre el plato principal.

En el caso de las alitas y, por lo que pudimos ver en otras mesas, los entrantes en general, la cantidad es escasa o podríamos situar la calificación en el siguiente escalón. Literalmente cuatro alitas eran las que contenía un plato cuadrado precioso. Huelga decir que el precio hace que pienses en que te van a traer un plato con muchas más alitas y que vas a disfrutar por lo que pagas. Aún así, el sabor de las alitas era tan delicioso, que por un momento me dio igual su precio. El sabor a barbacoa tradicional hace que, aún hoy, se me pongan los pelos de punta recordando el momento, eso sí, en cuanto se pasa el efecto, mi cara vuelve a demostrar lo que podéis estar pensando y que, por respeto, no voy a escribir aquí.


Bueno, pues con las ganas de comer ya en el estómago, llegamos al gran momento: la hamburguesa. una carne deliciosa, jugosa y hecha de una manera muy especial. Su sabor a barbacoa americana, algo que echamos de menos en muchos locales más reconocidos en la ciudad, hace que cada bocado sea mejor que el anterior. Sin lugar a dudas, podría estar en el puesto más alto de todas las degustaciones que llevamos hechas. Pero no todo iba a ser bonito, siempre hay algo que nos devuelve a la realidad, aunque en este caso es algo menos: el tamaño. Siendo de talla correcta, nuestra hamburguesa se antoja pequeña, no entramos ya en cuestión de disfrute, por lo que debería ser gigantesca, pero el problema es que es un poco pequeña para nuestro gusto, intentando ser lo más objetivos posible. Como os comentamos, un pequeño detalle que no empaña el resultado final: excelente. añadimos que el precio es mucho más que adecuado, teniendo en cuenta, además, la ubicación del local y su correcto servicio.


En conclusión, un lugar que, a simple vista engaña, pero que sorprende y muy gratamente. Eso sí, comed la hamburguesa y marchaos, porque el resto de la carta es prohibitiva para lo pequeño de las raciones que sirven. Una nota generosamente alta para un local que obligatoriamente hay que probar y que es muy recomendable el volver.

Como siempre, tenéis más información en la web: www.newyorkburger.es

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